LA QUINTA SESIÓN DE TANTRA POST-PANDEMIA
MI SUBIDA AL MONTA TÁNTRICO
“Cuanto más se asciende hacia la cumbre, más se carga la mochila de sensaciones, emociones y de sentimientos”.
No se trata de un eslogan, sino de la manifestación de la Energía Sexual que rige el mundo a pesar de la Religión que ha castrado la sexualidad de la Humanidad.
Comenzamos
acercando nuestros cuerpos desnudos ceñidos por el fular. Presencia consciente
sintiendo los abrazos, las caricias y el calor de nuestra respiración. Nunca
había percibido tu mirada tan brillante. Dos luceros del alba en la penumbra de
la estancia. Descalzos uno frente al otro sobre el tatami.
Creaste
en mi entorno una nube de sensaciones con toques pluma, suaves contactos con la
yema de los dedos y abrazos con la intención marcada de sentir nuestros
genitales entre nuestras piernas, al mismo tiempo que nuestros cuerpos
fusionados se mecían con el movimiento de nuestra pelvis.
Siempre
ha sido deliciosa la danza que celebras en torno mío jugado con mi propio
fular, una vez que tú te hayas despojado del tuyo. Es muy excitante percibir
que tu pene desnudo toca el torso de mis manos. La forma delicada y sueve de
rozar el fular por todo mi cuerpo, preparación de nuestro primer abrazo en la
desnudez más impúdica. El abrazo se va cargando de deseo y gozo cada instante
de tu desnudez.
Ya
tendido decúbito prono sobre el tatami, rociaste mi cuerpo con óleo más
caliente que la temperatura corporal. Tus manos masajearon mi espalda, piernas y
pies. Una vez tendido sobre mi espalda entrelazaste tus manos sobre las mías,
sintiendo tu respiración sobre ambos lados de mi cara. Es evidente que tu pene
se hacía sentir entre mis nalgas y me sentía muy poseído por este hombre que
tanto ahínco ponía en hacerme gozar. Te hiciste resbalar sobre mi espalda muy
bien lubrificada, hasta fugarte por mi cabeza…
Te colocaste de rodillas de forma que mi cabeza rozaba tus genitales.
Momento erótico y tus manos acariciaron mis pezones, zonas cada vez más
sensibles.
Colocado
decúbito supino y abierto de piernas, manipulaste mi cavidad anal hasta dar con
el punto que buscabas. El punto “p” memoria de la próstata a pesar de su
extirpación radical. Me transmitiste la satisfacción de haberlo encontrado y yo
pude acusar recibo de este reflejo en la punta de mi glande en forma de un
cierto pinchacito. ¡Bravo por tu investigación!
La
delicadeza y mesura de tus delicadas y sueves formas hasta el momento, se
tornaron en un cuerpo a cuerpo más fuerte y directo. Más animal y placentero
pero igual de sensual y erótico. Tuvimos el momento salvaje donde las caricias
y abrazos fueron reforzados por pellizcos, mordiscos y eso me gustó mucho.
Lejos de ser víctima fui un cómplice gustoso. Me atenazaste y apenas podía
moverme, pero esa dependencia me resultaba muy deseada. Tú has logrado que la
sexualidad y el misticismo sean de una misma naturaleza. Y por supuesto el
éxtasis y el orgasmo estén dotados de la misma esencia. Tú me has ensañado a
cambiar el género literario por el género de la realidad, la naturaleza animal.
Mantuvimos
una pequeña discrepancia cuando tú perseguías que yo llegara a la plataforma
previa al punto de no retorno, provocándome todo tipo de efectos sensoriales y
que yo traté de eludir. En varias ocasiones quise huir, escaparme de tus manos.
No podía más y quería abandonar el tatami. Ja, Ja, Ja. Tú nunca lo hubieras
permitido… Al final era cuestión de semántica. Cuestión de palabras: ¿Molestia?
¿Placer? ¿Presión? Al final provocaste jadeos y gritos, una vez más utilizando
tu maestría indiscutible.
Todas
las palabras que yo utilizo son vida: sensaciones, emociones y sentimientos.
Fundidos
en el abrazo tántrico, yo atenazando tu cintura con mis piernas sentado sobre
tu pene, sintiéndolo en mi perineo. Nuestros brazos y manos sembraron de
caricias nuestras espaldas, mientras nuestros rostros sentían la suavidad y el
calor de la satisfacción…
¡¡NAMASTÉ!!