Un resistente que no superviviente...
Desde
el atalaya de mis años, el confinamiento y la pandemia lo contemplo como un
sueño, donde lo primero que he perdido ha sido la noción del tiempo.
Sin
embargo, he descubierto sorprendentemente los espacios de mi entorno
habitacional. El parque, la naturaleza con su flora y su fauna estaban ahí,
mucho tiempo antes de que la nueva realidad nos la hiciera ver, más aún mirar y
contemplar.
Desde
la ventana de mi prisión provisional, a las personas las veo como nuevos
vecinos. ¡Y son tan antiguos en el barrio o quizás más que mi familia y yo
mismo!
Sin
duda, mi acceso a Internet me ha servido para asomarme al mundo exterior, cuyo
mundo albergaba a muchos seres humanos también confinados en sus prisiones
provisionales.
En
Madrid la gran nevada denominada Filomena, tuvo durante tres semanas
tintes de tragedia. Añadiendo más dramatismo a la pandemia. Pude perpetuar esta
situación tan pronto como pude, tomando las fotos que ahora veo como
inverosímiles.
No
obstante, la necesidad que tengo de expresarme por escrito, como persona y
periodista, se vio totalmente satisfecha. A través de la Plataforma AZ
PERIODISTAS, que por cierto fue víctima de un jáquer (hacker), felizmente
superado. Y a través de mis BLOG’S del universo fotográfico y de temas en
general.
WhatsApp
permite en todo tiempo y circunstancia el intercambio de información y
compartir estados de ánimo en general. Facebook y el Messenger han permitido un
diálogo permanente con el mundo exterior. En este último año, he compartido la
pandemia con gente del Japón, México, Italia, Costa Rica, Venezuela y por
supuesto España. Quiero reseñar aquí mi comunicación con un profesor de
Geografía de Libia. Fue su deseo compartir conmigo el periodo del Ramadán.
Nunca me hubiera imaginado vivir esta celebración sagrada con un joven de
Trípoli. Un musulmán confeso y practicante con un cristiano apóstata.
Las
circunstancias vividas en nuestro país me han hecho analizar la clase política
que tenemos, donde jamás caeré en la tentación de decir que “todos los
políticos son iguales” porque eso sería admitir mentira por verdad y negar mi
capacidad de crítica, de análisis y discrepancia. Y en comparación con nuestro entorno europeo,
España practica un humanismo homologable con la Declaración Universal de los
Derechos Humanos de 1948. Hay que ser poco objetivo si albergamos la idea de
que quizás las Derechas lo hubieran hecho mejor. Sobre todo, analizando su
trayectoria histórica.
Referente
a la sociedad española en tiempos de pandemia, pues ha tenido y tiene sus luces y sombras. Mientras morían a cientos y a veces a miles de españoles en los
maltrechos recursos sanitarios y residencias de mayores, muchas y muchos
cuidadnos salíamos a las ventanas y balcones para aplaudir a los héroes de la
Sanidad Pública, sin embargo, otros, se saltaban las medidas de confinamiento
para dar rienda suelta a su libertad como valor supremo e irrenunciable.
Por
respeto a los fallecidos y sus familiares no mencionaré en particular a los
negacionistas del Coronavirus. Por mi parte les meto en el mismo lugar donde se
amontonan todos los demás negacionistas (*) que en mundo han sido: Negación de
que La Tierra gira alrededor del Sol y no, al contrario. Teoría heliocéntrica. Negación de que La Tierra sea redonda.
Creacionistas que mantienen como verdad que el mundo ha sido creado por Dios.
Negación de que haya existido el Holocausto Judío. Negación del Genocidio
Franquista. Negación del efecto de inmunidad de las vacunas. Negación del Cambio
Climático…
El Renacimiento desbancó a Dios del centro de
universo y colocó al HOMBRE, y desde entonces la vida de los pueblos sobre todo
europeos se han organizado como si Dios no existirá.
Sin
duda la vacuna ha venido para quedarse y anunciarnos un rayo de luz en las
tinieblas de la confusión. El compartir una familia implicada en la Preparación
Física, la Fisioterapia y Osteopatía, me ha permitido tener una asistencia muy
próxima. Sin duda hemos llevado los protocolos establecidos; dándonos una tranquilidad
y sosiego, aunque hayamos renunciado al contacto físico y a la proximidad.
Mi
reflexión no comienza y termina en mi entorno familiar y social. Por supuesto
deseo reflexionar también, sobre mí intimidad inmersa en el confinamiento.
Cuando
me encontré en ese confinamiento inesperado y universal, tuve que acudir a
todos mis recursos. Desde un principio había que salvarse a sí mismo para poder
servir de alguna manera a los demás. Acudí al mundo de las sensaciones,
emociones y sentimientos… Todos y cada uno de ellos debían de estar en armonía…
Recordé que, en mis tiempos de estudiante de Física, nos decían que: “la
materia ni se crea ni se destruye se transforma”. Éste, no sé si axioma o
teorema, me sirvió para establecer que todas las muestras del amor son pura
energía. Energía sensual, proporcionada por los cinco sentidos. Añadiendo a ver,
oler, gustar, oír y tocar, el llamado sexto sentido que es el Mundo Esotérico, impenetrable o de difícil acceso para la mente. Y, por último, lo que yo personalmente llamo,
el Séptimo Sentido, la Energía Sexual presente en el ser humano, que rige el
mundo. Es extraño que la sexualidad sea una energía oculta, negada,
secuestrada, clandestina y sin embrago, sea el motor del mundo, más aún,
propiciador de la vida animal. La negación de la Energía Sexual, lleva a la
castración y frustración, psíquica y físicamente al ser humano.
La
Energía Sexual también ha estado y está presente durante la pandemia y el
confinamiento. Era fácil de comprender que, si no pertenecías al mismo rebaño,
no podías compartir la desnudez con nadie. Aunque tampoco era recomendado,
mantener relaciones sexuales con personas del mismo grupo familiar, porque el
sentido común así lo recomendaba. Es
verdad que el COVD19 cuando ataca al cuerpo, también ataca a la sexualidad de
la persona.
Pienso
que la sexualidad individual es la que primero se debe satisfacer. La carencia
de la Educación Sexual, es la causa de que la Realización Sexual del ser humano
se confunda con la sexualidad como descarga y desahogo. El orgasmo o éxtasis erótico es la
consumación de la realización humana. La descarga sexual es una respuesta
puramente animal… Es evidente que no pretendo sentar cátedra, pero sí mostrar
una experiencia más, en tiempos de pandemia y confinamiento.